HISTORIA DE ROMA E HISTORIA DE HISPANIA
Los alumnos que trabajan en el
proyecto para Latín de 4º "URBS NOSTRA ITA EST" deben ubicar su
ciudad en un punto del territorio de Hispania, a elegir. Pero están obligados a atenerse a un quando, ya que cada grupo tiene asignado un espacio de tiempo dentro del cual se desarrolla la vida de su ciudad romana.
Por lo tanto, deben conocer muy bien las condiciones históricas que se dan en el territorio hispano en la época en que han de mostrarnos su ciudad.
Por lo tanto, deben conocer muy bien las condiciones históricas que se dan en el territorio hispano en la época en que han de mostrarnos su ciudad.
En este documento (clic AQUÍ) donde figura una completa cronología de la historia de Hispania, pueden encontrar los hechos y los personajes históricos más importantes del período histórico que afecta a su ciudad.
EN LA REPÚBLICA
Hay que saber que los tiempos de la
República fueron difíciles y peligrosos en el territorio de Hispania, la cual
va siendo paulatinamente conquistada y romanizada al tiempo que sus riquezas
naturales son explotadas intensamente (minería, pesca, cultivos de olivos y vid
sobre todo).
En el año 218 a. C. se produce la
primera intervención militar romana en territorio hispano con el desembarco
de Cneo Cornelio Escipión en Ampurias, ello en plena efervescencia de la Segunda
Guerra Púnica y con Aníbal prácticamente vencedor sobre Roma.
Pero los romanos
lograrán finalmente vencer a los cartagineses tanto en Hispania como fuera de
ella. Irán ocupando y controlando el territorio de la península Ibérica no
rápidamente, sino a lo largo de 200 difíciles años, durante los cuales las
guerras se suceden organizadas en campañas militares interrumpidas durante el
otoño y el invierno.
Los pueblos iberos se niegan a
someterse al mandato romano, que la mayoría de las veces es tiránico, injusto
y violento. Y es que a los mandos militares romanos que actúan en
Hispania les preocupa en primer lugar su enriquecimiento personal, buscan obtener
importantes victorias y cuantiosos botines para promocionarse políticamente en
Roma y ganar fama, y no les interesa demasiado alcanzar una paz duradera con
los indígenas.
En este contexto, destacan por su
duración y brutalidad (también por las traiciones de algunos generales romanos,
como el despiadado Galba) las Guerras Lusitanas y Celtibéricas (154-133 a. C.),
en el marco de las cuales se produce el levantamiento de Viriato (muerto en el
año 139 a. C). Estos conflictos se cierran con la conquista de la ciudad celtibérica
de Numancia tras un terrible asedio y una resistencia de sus habitantes que se
ha hecho célebre en los anales de la historia.
Ya en el siglo I a. C. acuden a Hispania muchos romanos e itálicos huyendo de los conflictos sociales y de las guerras civiles que entonces asolaban Roma. Recordemos el enfrentamiento entre Mario y Sila o César y Pompeyo. En ambos casos, Hispania se convertirá en escenario y prolongación de las luchas habidas en Roma. Así, de 80 a 72 a. C. en Hispania se desarrolla la guerra entre Sertorio, enemigo acérrimo de Sila, y las fuerzas romanas senatoriales. Más tarde, entre los años 49 y 45 a. C. en Hispania se enfrentan César y Pompeyo, saliendo César vencedor del enfrentamiento. César se ocupa entonces de fundar muchas colonias para asentar a los soldados veteranos de la guerra civil.
Al mismo tiempo va disminuyendo
la protesta masiva de las comunidades ibéricas sometidas al poder de Roma. Ello
se explica, sobre todo, por las políticas de captación llevadas a cabo por los romanos dirigidas a las élites
autóctonas, lo que favoreció establecer y estrechar vínculos entre ambas
partes. Romanos y latinos se establecen en colonias fundadas por los generales para asentar a sus veteranos de guerra o como avanzadilla estratégica en terrenos conquistados. Al final de la república, tras mucho sufrimiento, podemos observar cómo romanos e indígenas van integrándose cada vez con menor dificultad en un sistema global romanizado.
El último reducto en rebeldía y guerra contra Roma, los pueblos del norte, son pacificados por Octavio Augusto en el año 19 a. C.
El último reducto en rebeldía y guerra contra Roma, los pueblos del norte, son pacificados por Octavio Augusto en el año 19 a. C.
EN EL IMPERIO: s. I d. C.
Este siglo se caracteriza por una progresiva desmilitarización del país, es decir, las legiones se van retirando de Hispania dado que ya no hay un estado de guerra en la Península. De hecho, pronto sólo quedó una legión en el territorio hispano: la VII Gemina, acuartelada en Legio (actual León).
Otra importante característica de este siglo en lo que afecta a Hispania es un incremento del proceso de urbanización, esto es, se fundan colonias y se mejoran ciertos enclaves indígenas que ahora pasan a tener el rango de municipios romanos. Esta municipalización era un premio que otorgaban los romanos a los indígenas e iba acompañado de la obtención del derecho de ciudadanía romana a los más notables de entre ellos, los cuales podían llegar a ser magistrados en su ciudad. Lo que los romanos buscan con esto es romanizar a las capas de población indígena para así integrar las provincias hispanas en el seno del Estado romano.
El impulso a las obras públicas es notable en este momento. Ciertamente, bajo el gobierno de los emperadores de la dinastía Julio-Claudia (27 a. C. a 68 d. C.) se llevan a cabo importantes reformas de la infraestructura social, urbanística, viaria y jurídica. Con la siguiente dinastía de emperadores, la Flavia (69 a 96 d. C.), se concede el derecho latino a las ciudades hispanas de acuerdo a una ley dictada por Vespasiano en el año 74.
Siguen produciéndose fundaciones de ciudades, también en territorios menos romanizados, especialmente en el norte de la península, donde los emperadores buscan reclutar tropas, pues los habitantes de esta zona tienen fama de ser excelentes soldados.
EN EL IMPERIO: s. II y III d. C.
En la era de Trajano (98-117 d.C), Adriano (117-138 d. C) y la dinastía de los Antoninos (96 a 192 d- C.) se producen extraordinarias mejoras en Hispania: aumenta el comercio y crece el bienestar, y se fomentan las obras públicas y el urbanismo, todo ello incentivado por los emperadores de origen hispano (Trajano y Adriano), y un enorme número de senadores procedentes de Hispania. La Península está ya dotada de una densa red viaria.
Desde el año 170 Hispania sufrirá periódicas incursiones de piratas mauritanos, lo que se convirtió en una auténtica amenaza especialmente para las zonas costeras del sur y del sureste de Hispania, que sufrían constantes saqueos.
Con la siguiente dinastía, la de los Severos (193-235), se produce un debilitamiento del poder del Imperio en general. Aunque Hispania, por su situación geográfica, se halla al margen de los conflictos, sí se ve afectada por la crisis de autoridad generalizada, lo que provoca que las provincias hispanas se encuentren abandonadas a su suerte.
Importante es destacar que en el año 212 Caracalla decreta la constitutio Antoniniana, la cual garantiza a todos los hombre libres de las provincias el derecho a acceder a la ciudadanía romana.
BAJO IMPERIO
Es característica de esta época el éxodo masivo (que había comenzado ya en el período anterior) de la ciudad al campo, con la consiguiente multiplicación de las villae rusticae, donde se instalan las clases acomodadas. También es de destacar la intensa persecución de los cristianos hispanos en época de Diocleciano, si bien no con una intensidad tan dramática como en otras zonas del Imperio.
Este siglo se caracteriza por una progresiva desmilitarización del país, es decir, las legiones se van retirando de Hispania dado que ya no hay un estado de guerra en la Península. De hecho, pronto sólo quedó una legión en el territorio hispano: la VII Gemina, acuartelada en Legio (actual León).
Otra importante característica de este siglo en lo que afecta a Hispania es un incremento del proceso de urbanización, esto es, se fundan colonias y se mejoran ciertos enclaves indígenas que ahora pasan a tener el rango de municipios romanos. Esta municipalización era un premio que otorgaban los romanos a los indígenas e iba acompañado de la obtención del derecho de ciudadanía romana a los más notables de entre ellos, los cuales podían llegar a ser magistrados en su ciudad. Lo que los romanos buscan con esto es romanizar a las capas de población indígena para así integrar las provincias hispanas en el seno del Estado romano.
El impulso a las obras públicas es notable en este momento. Ciertamente, bajo el gobierno de los emperadores de la dinastía Julio-Claudia (27 a. C. a 68 d. C.) se llevan a cabo importantes reformas de la infraestructura social, urbanística, viaria y jurídica. Con la siguiente dinastía de emperadores, la Flavia (69 a 96 d. C.), se concede el derecho latino a las ciudades hispanas de acuerdo a una ley dictada por Vespasiano en el año 74.
Siguen produciéndose fundaciones de ciudades, también en territorios menos romanizados, especialmente en el norte de la península, donde los emperadores buscan reclutar tropas, pues los habitantes de esta zona tienen fama de ser excelentes soldados.
EN EL IMPERIO: s. II y III d. C.
En la era de Trajano (98-117 d.C), Adriano (117-138 d. C) y la dinastía de los Antoninos (96 a 192 d- C.) se producen extraordinarias mejoras en Hispania: aumenta el comercio y crece el bienestar, y se fomentan las obras públicas y el urbanismo, todo ello incentivado por los emperadores de origen hispano (Trajano y Adriano), y un enorme número de senadores procedentes de Hispania. La Península está ya dotada de una densa red viaria.
Desde el año 170 Hispania sufrirá periódicas incursiones de piratas mauritanos, lo que se convirtió en una auténtica amenaza especialmente para las zonas costeras del sur y del sureste de Hispania, que sufrían constantes saqueos.
Con la siguiente dinastía, la de los Severos (193-235), se produce un debilitamiento del poder del Imperio en general. Aunque Hispania, por su situación geográfica, se halla al margen de los conflictos, sí se ve afectada por la crisis de autoridad generalizada, lo que provoca que las provincias hispanas se encuentren abandonadas a su suerte.
Importante es destacar que en el año 212 Caracalla decreta la constitutio Antoniniana, la cual garantiza a todos los hombre libres de las provincias el derecho a acceder a la ciudadanía romana.
BAJO IMPERIO
Es característica de esta época el éxodo masivo (que había comenzado ya en el período anterior) de la ciudad al campo, con la consiguiente multiplicación de las villae rusticae, donde se instalan las clases acomodadas. También es de destacar la intensa persecución de los cristianos hispanos en época de Diocleciano, si bien no con una intensidad tan dramática como en otras zonas del Imperio.
BIBLIOGRAFÍA: Pedro Barceló y
Juan José Ferrer Maestro, Historia de la
Hispania romana, Alianza editorial: Madrid 2007 (2ª ed. 2016).
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