-¡Zeus y demás dioses! Concededme que este hijo mío sea como yo, ilustre entre los teucros e igualmente esforzado; que reine poderosamente en Ilión; que digan de él cuando vuelva de la batalla: “Es mucho más valiente que su padre!”; y que, cargado de cruentos despojos del enemigo a quien haya matado, regocije el alma de su madre”. Homero, Iliada VI, 466-481
Inclinó las manos el de la barba florida,
a sus hijas en brazos las cogía,
acercólas al corazón, muy fuertemente suspira:
“Ya doña Jimena, ya mi mujer tan cumplida,
como a mi propia alma yo tanto os quería.
Ya lo veis, que nos separemos en vida,
yo me iré y vos quedaréis recogida.
Quiéranlo Dios y Santa María
Que aún con mis manos case a estas hijas mías,
O denme ventura y algunos días de vida,
Y vos, mujer honrada, por mí seáis servida”.
a sus hijas en brazos las cogía,
acercólas al corazón, muy fuertemente suspira:
“Ya doña Jimena, ya mi mujer tan cumplida,
como a mi propia alma yo tanto os quería.
Ya lo veis, que nos separemos en vida,
yo me iré y vos quedaréis recogida.
Quiéranlo Dios y Santa María
Que aún con mis manos case a estas hijas mías,
O denme ventura y algunos días de vida,
Y vos, mujer honrada, por mí seáis servida”.
Cantar de Mío Cid I, vv. 274-285
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