Si tu Homo Romanus ha sido elegido para ser uno de los cuatro ediles del año (había dos patricios y dos plebeyos) tiene una larga lista de ocupaciones. Bien es cierto que cuenta con experiencia en el ejercicio de un cargo público al haber sido ya cuestor con lo que ello implica: ser tesorero de las arcas del Estado.
Entusiasmo seguramente no le falta pues le impulsa su deseo de acceder posteriormente al cargo de pretor, una magistratura eminentemente judicial que constituye el escalón previo al consulado. De esta manera fija y reglamentada lleva a cabo nuestro Homo Romanus su ascenso en el cursus honorum.
El cargo de edil es un segundo peldaño al que no se puede acceder hasta cumplir los treinta y seis años, y conlleva no pocos esfuerzos: el edil ha de ser buen gestor y, sobre todo, estar dispuesto a poner dinero de su bolsillo si es que le queda después de haberse costeado la campaña electoral que lo encumbró en el cargo.
Entusiasmo seguramente no le falta pues le impulsa su deseo de acceder posteriormente al cargo de pretor, una magistratura eminentemente judicial que constituye el escalón previo al consulado. De esta manera fija y reglamentada lleva a cabo nuestro Homo Romanus su ascenso en el cursus honorum.
El cargo de edil es un segundo peldaño al que no se puede acceder hasta cumplir los treinta y seis años, y conlleva no pocos esfuerzos: el edil ha de ser buen gestor y, sobre todo, estar dispuesto a poner dinero de su bolsillo si es que le queda después de haberse costeado la campaña electoral que lo encumbró en el cargo.
El siguiente texto está tomado de S. I. KOVALIOV, Historia de Roma (edición de Akal revisada por Domingo Plácido):
"Los ediles eran una magistratura de policía en el sentido amplio de la palabra: vigilaban el orden público en Roma y en sus cercanías hasta una milla del perímetro de sus muros. Vigilaban los edificios y las construcciones, la limpieza de las calles y las plazas, las condiciones sanitarias de las termas, etcétera. Debían preocuparse de la provisión de los víveres, luchar contra la especulación sobre los artículos de primera necesidad, vigilar la calidad de los productos en el mercado, controlar pesos y medidas.
Además, en el campo de la actividad de los ediles estaba comprendida la organización de los juegos públicos. Para este objeto recibían una determinada suma del Estado, suma que distaba mucho de ser suficiente para satisfacer los gustos de la población (especialmente en época de la República). Los ediles se veían entonces obligados a agregar medios propios a los dineros del Estado y, dado que esto beneficiaba su carrera política -por estar el cargo de edil considerado el primer escalón de las magistraturas-, destinaban grandes sumas a tal efecto, para conquistar así la simpatía de los electores. Es bien comprensible que esta circunstancia constituyese e impedimento principal para la elección de personas con pocos medios.
En el campo de sus actividades de policía, los ediles tenían determinados derechos. También ellos, como los pretores, publicaban, en el momento de entrar en funciones, un edicto en el cual exponían la base de su futura actividad".
IMAGEN: Clic. Retrato de Antinoo. Procedencia desconocida. Bronce, altura: 30,5 cm. Firenze, Museo Archeologico Nazionale, inv. 1640. Archivio fotografico della Soprintendenza per i Beni Archeologici della Toscana.
IMAGEN: Clic. Retrato de Antinoo. Procedencia desconocida. Bronce, altura: 30,5 cm. Firenze, Museo Archeologico Nazionale, inv. 1640. Archivio fotografico della Soprintendenza per i Beni Archeologici della Toscana.
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