Esta evaluación, los alumnos de Latín de 4º ESO van a leer tres capítulos tomados del estupendo libro de Carlos Goñi: Una de romanos. Un paseo por la historia de Roma, de la editorial Ariel (Barcelona 2007).
Uno de estos fragmentos se ocupa de la Ley de las Doce Tablas (capítulo 6), y menciona la "Ley del Talión", que en la primera legislación romana jugaba todavía un papel como reminiscencia del espíritu de la ley arcaica, no escrita.
Uno de estos fragmentos se ocupa de la Ley de las Doce Tablas (capítulo 6), y menciona la "Ley del Talión", que en la primera legislación romana jugaba todavía un papel como reminiscencia del espíritu de la ley arcaica, no escrita.
"En las sociedades primitivas los hombres se hacían justicia por sí mismos. Nada había que limitase la ira del agraviado. Las represalias que se imponían eran ilimitadas y no guardaban proporción con el daño causado. Después hubo un progreso. Vino la llamada ley del talión con la célebre fórmula del ojo por ojo y diente por diente. Pese a lo bárbara que hoy nos parece, ella representó un gran avance en comparación con la venganza ilimitada anterior, porque estableció al menos una proporcionalidad entre el daño inferido y la represalia de la víctima. Fue, de alguna manera, una limitación en el ejercicio de la venganza.
Los orígenes de esta institución son antiquísimos. La expresión viene del latín lex talionis (de lex, que es “ley”, y talio, “igual”). Casi todos los pueblos antiguos la pusieron en vigencia. En el código babilónico de Hammurabi,compuesto 17 siglos antes de la era cristiana, que es la más remota compilación de leyes conocida, se encuentra ya la ley del talión.
En el Antiguo Testamento de la Biblia —capítulo XXI del Éxodo— se establece que el homicida “pagará alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”.
Tomado de: Enciclopedia de la Política de Rodrigo Borja.
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