Hoy podemos visitar en Madrid, en el Centro Cultural de la Villa (Plaza de Colón) una preciosa exposición que, bajo el título a Su imagen, recoge una selección excelente de pintura, escultura y otras muestra de arte de tema religioso. Sería una bonita excursión si estas vacaciones recibís visita de familiares y amigos con intereses culturales. Curiosead aquí para conocer otras salidas de este tipo en Madrid.
Pues bien. Esta mañana pululaba yo por allí y un rostro me resultó de lo más familiar (esa especie de fenómeno al estilo "tu cara me suena"). Una escultura en madera policromada de 144 centímetros de altura que representaba al Arcángel san Miguel con el diablo vencido a sus pies mostraba un rostro delicado y juvenil que me recordó enormemente...: al rostro del Prometeo encadenado del cuadro de Gregorio Martínez que vimos en clase.
Para ver la escultura del Arcángel: click.
Hablamos de dicha pintura (que se puede ver en el Museo del Prado) cuando estudiábamos la iconografia de Prometeo en la historia del arte. Deciamos que constituía un interesante ejemplo del tratamiento de la figura del titán en el Renacimiento (fue pintado en 1590-1596). En realidad es de estilo manierista, es decir, se adscribe a una corriente artística impulsada por la influencia de Miguel Ángel y de Rafael que se da desde 1527 a fin del siglo XVI y que se caracteriza por las figuras alargadas, las actitudes dinámicas o el colorido tornasolado, rasgos todos ellos que podemos constatar en el cuadro del que hablamos.
El cuadro Prometeo encadenado de Gregorio Martínez destaca por su gran parecido con un dibujo de Miguel Ángel Buonarroti que conocemos gracias a un grabado: mismos elementos, mismo tema de fondo, misma postura del hombre yaciente. Y su rostro desencajado recuerda el gesto patético que presentan Laooconte y sus dos hijos en una poderosa escultura griega de época helenística. En clase hablamos de cómo una fría mañana de enero de 1506 en un lugar de Roma no lejos del taller del propio Miguel Ángel desenterraban admirados aquella enorme pieza de mármol (¡cómo no iba a influenciar poderosamente el Laocoonte en el autor de los frescos de la Capilla Sixtina!). Entonces un alumno pidió hablar un poco más sobre Laooconte y sus dos hijos atacados por la feroz serpiente y yo os prometí tratar el tema al estudiar a Virgilio, poeta latino que relata fabulosamente este episodio mítico en el Libro II de su poema épico La Eneida.
Al reflexionar sobre el valor simbólico de la figura de Prometeo a lo largo de la historia, el Prometeo de Gregorio Martínez nos llamaba la atención por sus finos rasgos de hombre joven (¡imberbe y capaz de ser más astuto que Zeus!): un juvenil Prometeo que lucha en favor del hombre. Parece un Apóstol, decía yo. Nada que ver con el musculoso, maduro y pesado Prometeo de Rubens, obra del Barroco (atención al escorzo) y cuyo mensaje es: "¡Tomad nota, súbditos soberbios, porque los reyes castigamos, como Zeus, las ofensas de quienes osan enfrentarse a nosotros!".
Parece un Apóstol... Pero esta mañana tuve la impresión de haberme quedado corta. La escultura en madera con el rostro "prometeico" (sin el gesto de dolor, pero "prometeico") que representa al Arcángel fue realizada en 1611 por un escultor llamado Gregorio Fernández durante una primera etapa de su actividad artística adscrita al manierismo.
Este encuentro con el Arcángel y el efecto "tu cara me suena" viene a enriquecer nuestras reflexiones sobre la figura del personaje mítico Prometeo. El titán benefactor de los hombres puede ser también interpretado como un espíritu benéfico y poderoso que lucha en favor del hombre contra la soberbia y la tirania del prepotente. Igual que ese Arcángel Gabriel esculpido en madera clava su lanza en la garganta del mismo demonio.
Pinchad para acceder a un interesante video del Museo del Prado sobre el Prometo encadenado de Gregorio Martínez.
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