"¡Vive, sí, pero cuelga, malvada!"
Aracne, Gustave Doré (1832-1883). Ilustración para La Divina Comedia de Dante Alighieri |
Así gritó Atenea a la doncella Aracne cuando ésta, sin oponer ya más resistencia a la enfurecida diosa, se ataba la garganta con un lazo dispuesta a ahorcarse. De tal modo lo cuenta el poeta latino Ovidio en el libro VI de sus Metamorfosis (versos 5 a 145). Y acaba así su relato: sus cabellos se consumieron [...], y al mismo tiempo la nariz y los ojos; la cabeza se torna diminuta, y también es pequeña Aracne en el conjunto de su cuerpo; en el costado tiene incrustados, en lugar de piernas, unos dedos finísimos; lo demás lo ocupa el vientre, del que, a pesar de todo, hace ella brotar el hilo, y como araña trabaja sus antiguas telas (traducción de Antonio Ruiz de Elvira).
El último día de clase, al hilo (nunca mejor dicho) de nuestra exposición sobre la Atenea/Minerva, nos topamos con la joven hilandera Aracne. Ella, que tuvo la osadía de medirse con la diosa de ojos de lechuza. A la competición subsiguiente le sucedió un rapto de cólera de la hija de Zeus, que acabó metamorfoseando a Aracne en un araña.
En el cuadro de Velázquez Las Hilanderas (también denominado La fábula de Aracne), aparece la escena de este enfrentamiento. Se ve al fondo, representada en un tapiz que tres damas vienen a visitar a un taller donde, en primer plano, cinco operarias se afanan con la devanadera y la rueca. Una de ellas muy especial: rostro de anciana y rodilla tersa, blanca y juvenil, ¿quizá la propia Atenea? (de hecho, Ovidio escribe que la diosa se acercó en un primer momento a Aracne disfrazada de viejecita para hacerle reflexionar sobre su osadía...).
Diego Velázquez, Las Hilanderas, 1657. Museo del Prado |
Pues bien: si "buceáis" en el cuadro de las Hilanderas, veréis un tapiz en un tapiz. De esta manera: en el tapiz del fondo, donde está representada la competición entre Palas Atenea y Aracne (la diosa levanta airada su brazo derecho) ambos personajes están situados ante un tapiz: el que tejió la joven. En dicho tapiz está representado, a nuestra derecha tras la figura de Aracne, el conocido episodio del rapto de Europa, es decir, un descarado adulterio de Zeus, quien se metamorfoseó en toro blanco para raptar a la princesa Europa. Esto es precisamente la causa del gesto enojado de Atenea (brazo derecho en alto).
Lo dicho: un tapiz en un tapiz. Historias en historias. Así es el tiempo mítico.
El mito, ya lo comentamos en clase, da forma a fuerzas del inconsciente. Y toma cuerpo en la literatura (por ejemplo en los versos citados de las Metamorfosis de Ovidio), en el arte (el cuadro de Velázquez que estudiamos) y también en la música, el rito y el folclore de los pueblos.
Porque el mito de Aracne se repite en una manifestación folclórica popular difundida desde hace siglos en el sur de Italia. Me refiero al "tarantismo", fenómeno relacionado con el baile conocido como "tarantela". Os pongo a continuación un vídeo para que oigáis una tarantela (en este caso de Calabria).
Comprobaréis que se trata de una música rápida, casi frenética y de ritmo obsesivo. Se decía que la mordedura de una tarántula provocaba que el enfermo moviera todos sus miembros alocadamente como si bailara este son. De hecho, se pensaba que el baile al ritmo de tarantela (que imita los movimientos espasmódicos de una araña) tenía cualidades terapéuticas en mujeres afectadas de lo que hoy día sería diagnosticado como crisis histéricas o accesos de epilepsia.
Acabo de leer un genial artículo(*) sobre el fenómeno del tarantismo y su relación con el mito griego de Aracne (click aquí para leerlo: está en italiano). La autora entiende el mito de Aracne como emblema del desafío del ser humano a la divinidad, como un gran tributo a la fuerza del arte y al valor de lo femenino (para saber más sobre tarantismo recomiendo este video, también en italiano pero a veces con subtítulos en inglés).
Ciertamente, en el baile enloquecido de la tarantela, donde la enferma parece entrar en un trance místico, podríamos ver a la doncella Aracne en su pugna desesperada con el poder superior representado por la terrible diosa. Al final Atenea se apiada de ella. Y viene la calma. A ritmo lento. A modo de péndulo. Colgada Aracne del hilo mayor.
(*) Annarita Zazzaroni, "Il ragno che danza. Il mito di Aracne nel tarantismo pugliese", Amaltea. revista de mitocrítica 2 (2010), pp. 169-183)
¡Mirad qué elegantísima araña! Es la bailarina Milena Sidorova en la red de Eduard Grieg
Si habéis llegado hasta aquí, tenéis ganas de pensar. ¿Hay música en el cuadro de Velázquez dedicado a Aracne? ¡Decídmelo en clase o escribid un comentario!
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