"Tras haber vaciado las arcas del estado, Calígula recurrió a las subastas, a los impuestos y a las falsas acusaciones para intentar volverlas a llenar. En una ocasión que se hizo famosa, sacó a subasta a precio de saldo todo lo que había sobrado de los juegos que acababa de organizar. Le dijo al subastador que no perdiera de vista al pretor Aponio Saturnino, que se había dormido y no dejaba de dar cabezadas como si asintiera. La puja terminó por fin y cuando Aponio despertó, descubrió que había comprado trece gladiadores por valor de nueve millones de sestercios (el precio de mercado de un gladiador oscilaba entre los mil y los quince mil sestercios, según la calidad)".
Tomado de: Peter Jones, Veni, vidi, vici, Hechos, personajes y curiosidades de la antigua Roma, ed. Crítica, 2013, pág. 240.
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