viernes, 20 de febrero de 2015

Mitos cosmogónicos y teogónicos: puntos de encuentro universales

Mitología Nórdica

El origen del universo y del hombre

Por: Dalia Torres (CuC 4ºESO)

La creación del universo como lo conocemos comienza, al igual que en la mitología griega, con abismo abierto sin fondo. Tenía nombre propio: Ginnungagap. Al norte de éste se extendía Niflheim, personificando el hielo; al sur estaba Muspellheim, representando el fuego.


Del centro de Niflheim brotaba una fuente llamada Hvergelmir, llena de poder y conocimiento. Su agua fermentó en una espuma venenosa que se endureció, dando lugar a la formación del hielo. Cuando el hielo dejó de fluir, hubo niebla. Y esa niebla congelada se esparció sobre todo lo que existía en Ginnungagap, que se llenó de hielo y escarcha.

De las gotas fermentadas de Hvergelmir, que cobraban vida en virtud del poder del calor de Muspellheim, se formó el primer ser viviente, Ymir, que era una criatura maligna, el primero de la raza de los Gigantes de Hielo. Al igual que Gea, engendró de forma asexual, por medio del sudor: debajo de su mano izquierda crecieron un macho y una hembra, y después de sus pies nacieron un hijo tras otro (éstos con muchas cabezas y brazos, como los Hecatónquiros griegos); la raza de los Gigantes.

Cuando la escarcha empezó a gotear, se solidificó en la vaca Audhumla (la Madre Espacio), de cuyas ubres brotaron cuatro ríos de leche. Ella alimentó a Ymir, de la misma forma que la cabra Amaltea había hecho con Zeus.

La vaca Audhumla lamió las peñas de hielo hasta que apareció un hombre, Buri, el primer dios, que engendró un hijo llamado Bor (nieto de Audhulma). Él tomó por mujer a Bestla (hija de Ymir), y tuvieron tres hijos: Odín, Vili y Ve. Al igual que Cronos había derrotado a su padre Urano, los tres dioses golpearon la cabeza de su abuelo Ymir y lo mataron. De las heridas brotó tanta sangre que todos los Gigantes de Hielo se ahogaron salvo dos, que escaparon y perpetuaron la raza.

Entonces los hijos de Bor cogieron el cadáver de Ymir y lo arrojaron al centro del Abismo, haciendo de él Midgard, la Principal Morada (fabricada a partir de la carne y los huesos de Ymir). Con la sangre del Gigante crearon los lagos y los mares, su cuerpo se convirtió en tierra y sus cabellos en árboles, y de entre sus restos nacieron los enanos. De la calavera de Ymir se formó el cielo, colocado encima de la tierra, con un enano en cada una de sus cuatro esquinas para sostenerlo (Este, Oeste, Norte y Sur); y de sus sesos se crearon las nubes.

Después, las brasas y chispas de Muspellheim ascendieron al centro del Abismo para iluminar el firmamento, y del suelo brotó Yggdrasil, el gran fresno, cuyas cuyo tronco constituía el eje del universo. 

Los dioses les otorgaron a los Gigantes unas tierras llamadas Jötunheim, en el centro del mundo, pero construyeron un muro fortificado con las cejas de Ymir para defenderse de ellos. Entonces crearon Asgard, la morada de los dioses guerreros, (Aesir) que unieron a Midgard mediante el puente del Bifröst. Y más tarde, Vanaheim, para los dioses menores (Vanir). Finalmente, crearon Alfheim y Svartálfaheim. Éste último hacía frontera con Helheim, el reino de los muertos, nacido de Niflheim. Y todos estos mundos estaban unidos por las ramas y raíces de Yggdrasil.

Finalmente, la creación del hombre, que es también muy similar a la de la mitología griega, en la que los dioses los modelaban con arcilla y les otorgaban diversos dones; en la versión escandinava, en cambio, los dioses los tallaban a partir de dos maderos. El primero de los hijos de Bor (Odín) les concedía el alma y vida; el segundo (Vili), el entendimiento y sensibilidad; y el tercero (Ve), figura y las facultades del habla, el oído y la vista. Les llamaron Askr y Embla (Fresno y Olmo), y les otorgaron Midgard.


Primer movimiento de la "Sinfonía nº 1 en Re mayor Titán" de Gustav Mahler

1 comentario:

  1. La mitología nórdica transmite la visión del mundo, sus dioses y sus hombres que conformaba la existencia de los pueblos germánicos del norte Al proceder estos pueblos, como los romanos y los griegos, del tronco común indoeuropeo, no extraña encontrar concomitancias entre los mitos de unos y otros, como lo ha hecho Dalia en su estupenda disertación.
    Muchos estudiosos han señalado que las concomitancias y paralelismos presentes en la cosmovisión de los pueblos antiguos responden a un sentir común del que participa todo espíritu humano, a una suma de preguntas y respuestas que habitan en todo hombre y trascienden tiempo, lugar, raza y fronteras, definiendo la propia existencia humana.
    Fijaos en esto: no es que todos los mitos digan lo mismo; más bien, la suma de lo que dicen todos juntos (sean nórdicos, griegos o babilonios) no se dice de forma abierta, clara y explícita en ninguno de ellos....
    Entonces, ¿qué dicen los mitos cosmogónicos y teogónicos del hombre y del mundo (sean nórdicos, griegos o babilonios)

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